Regatear para vender
El concepto del regateo es algo que llegó a mi vida muy tarde. No fue hasta que comencé a viajar, que me dí cuenta de que hay lugares en los que regatear y hacerlo bien, justa y honestamente, es un arte en sí. En Londres, mi primer viaje fuera de nuestras fronteras, el propio vendedor me convenció de regatear el precio de la chaqueta de la que me había enamorado pero que se me iba de presupuesto. Me sentía extraña, confusa e insegura. Con los años, fui aprendiendo a hacerlo de manera más natural. Fue Estambul donde encontré a los artistas del arte de regatear. Los comerciantes del Gran Bazar no solo lo hacen habitualmente, sino que lo convierten en un juego que atrae a los turistas mucho más que los productos. Entre risas por ambos lados, negociaciones irrisorias y tratos sellados entre promesas de guardar un secreto, que se grita a voces por cada calle, ambas partes ganan. Cuando volví de nuevo a mi ciudad, sin embargo , jamás se me ha ocurrido iniciar el juego en una ti