El síndrome Hubris
Estoy segura de que alguna vez se han preguntado porque los dirigentes políticos de los diferentes países toman las decisiones que toman.
Por ejemplo, ¿por qué Chávez se posicionó tan en contra del presidente español durante la cumbre iberoamericana? o ¿por qué Aznar apoyó a Bush en su ataque a Irak a pesar de tener a toda la ciudadanía en contra? Pues yo tengo la respuesta, mejor dicho es la ciencia quien la tiene.
Supongo que entre todas las opciones que han barajado como respuesta no se encontraba un trastorno psicológico generalizado en las personas que ostentan el poder, pero esa es la verdadera razón del comportamiento de nuestros representantes.
Se denomina "síndrome Hubris" y tiene algo de narcisismo y un mucho de fe en los propios criterios. Los políticos son los que más lo sufren porque "en otros ámbitos es más frecuente que el que esté arriba sea el más capaz, pero en política no es así, porque los ascensos van más ligados a fidelidades. El poder no está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta cree que sí y empieza a comportarse de forma narcisista". Es decir, que como para ser político es más importante el carisma que el criterio y los conocimientos, pues es más normal que la ostentación del cargo se les suba a la cabeza. Estas palabras, del psiquiatra Manuel Franco, han aparecido hoy en el periódico El Mundo.
Que el poder cambia a la gente es algo que, personalmente, nunca había dudado. Pero, de ahí a que los políticos estén enfermos de quererse tanto es algo que a mi mente estructurada desde el nacimiento hacia la rama de las letras le cuesta asimilar. Por si esto fuera poco, el síndrome Hubris no tiene cura, ya que quien la padece está tan convencido de que tiene la razón en todo, que considera a todo aquel que le cuestiona como un enemigo acérrimo al que batir. Así que ya saben, los políticos nos ratean, nos mienten y nos intentan comprar sólo porque están enfermos. ¡¡Pues vaya alivio!!
Por ejemplo, ¿por qué Chávez se posicionó tan en contra del presidente español durante la cumbre iberoamericana? o ¿por qué Aznar apoyó a Bush en su ataque a Irak a pesar de tener a toda la ciudadanía en contra? Pues yo tengo la respuesta, mejor dicho es la ciencia quien la tiene.
Supongo que entre todas las opciones que han barajado como respuesta no se encontraba un trastorno psicológico generalizado en las personas que ostentan el poder, pero esa es la verdadera razón del comportamiento de nuestros representantes.
Se denomina "síndrome Hubris" y tiene algo de narcisismo y un mucho de fe en los propios criterios. Los políticos son los que más lo sufren porque "en otros ámbitos es más frecuente que el que esté arriba sea el más capaz, pero en política no es así, porque los ascensos van más ligados a fidelidades. El poder no está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta cree que sí y empieza a comportarse de forma narcisista". Es decir, que como para ser político es más importante el carisma que el criterio y los conocimientos, pues es más normal que la ostentación del cargo se les suba a la cabeza. Estas palabras, del psiquiatra Manuel Franco, han aparecido hoy en el periódico El Mundo.
Que el poder cambia a la gente es algo que, personalmente, nunca había dudado. Pero, de ahí a que los políticos estén enfermos de quererse tanto es algo que a mi mente estructurada desde el nacimiento hacia la rama de las letras le cuesta asimilar. Por si esto fuera poco, el síndrome Hubris no tiene cura, ya que quien la padece está tan convencido de que tiene la razón en todo, que considera a todo aquel que le cuestiona como un enemigo acérrimo al que batir. Así que ya saben, los políticos nos ratean, nos mienten y nos intentan comprar sólo porque están enfermos. ¡¡Pues vaya alivio!!
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