Y... Play!


Volvemos a la carga! Llega Septiembre, un mes agridulce. Desde niña me ha resultado dual, por un lado acaba el verano, los días largos y sin horarios, los juegos constantes, la falta de preocupaciones. Por otro llega la vuelta al cole, al trabajo, a la realidad, a las responsabilidades.

No podríamos valorar en su medida el verano y las vacaciones si no tuviéramos una rutina a la que volver. ¿Qué ilusión nos haría ese viaje si pudiéramos hacerlo en cualquier momento? ¿Qué felicidad se escondería en dormir sin despertador si cada día del año fuera igual?

En mi vida, como en la de cada uno de vosotros, hay luces y sombras. Momentos que no quiero que terminen nunca e instantes que desearía borrar con una goma como cuando de pequeño te equivocabas en una suma. Pero mi vida es la que es por todo lo que ocurre en ella.

Durante esta desconexión he pasado por distintas fases. Al principio me sentía culpable, desubicada. Pensar en dejar de escribir durante todo un mes, de compartir, de interactuar me daba pánico, vértigo. Llevaba la mochila llena de miedos a lo que pasaría. Pero con el paso de los días he conseguido desconectar hasta el punto de casi no recordar cuando escribía semanalmente e interactuaba a diario.

Somos así. Nos colocamos muchas más responsabilidades de las que en realidad serían necesarias y cuando los hombros ya no pueden más, aún les sumamos un peso. Escribir en el blog, estar presente en redes o comentar a otras personas no es una responsabilidad ineludible en mi vida. Pero he llegado a autoexigírmelo de tal modo, que se ha convertido en una obligación de la que me cuesta desvincularme.

A veces es necesario darle al pause, pero en mi caso es imprescindible volver a darle al play. La vuelta es dura, pero para mí también necesaria. La gracia del ocio es que es efímero.

Síndrome postvacacional le llaman. Como si fuera una enfermedad el volver a la rutina. Y me lo creo. Sé que muchas personas sufren estados de estrés y de ansiedad al tener que reincorporarse a su vida habitual, pero el problema no es la vuelta. El problema es que no te gusta el lugar al que tienes que volver.

Si regresar al trabajo al que tienes que acudir genera en ti depresión, si llegar de nuevo a la ciudad tiñe tu espíritu del negro de la negatividad, si tu hogar es una cárcel, quizás el problema no sea volver. El problema es que no estás donde tu alma dice que deberías.

Es tremendamente complicado lograr una vida de diez, esa que soñábamos de niños y que aún se cuela algunas veces en nuestra imaginación. Sí. Pero no lograrla colorea todo nuestro entorno de tonalidades oscuras que van haciendo mella en nuestra existencia.

Nada se cambia de la noche a la mañana. Puedes romper la baraja hoy y forzar un cambio radical intentando acercarte lo máximo posible al ideal que tienes en tu mente, pero no es necesario.

Los grandes cambios se hacen paso a paso. A poquitos. A segundos. A instantes. A decisiones.

Hoy le doy al play a este blog porque es mi válvula de escape de muchas otras cosas que cargan de presión la olla. Es el lugar donde soy libre para escribir, para crear, para compartir. Es aquello de lo que quizás algún día pueda vivir. Pero hoy no es el día.

Hoy es el día de volver a mi rutina. Quizás no la que he soñado, pero sí la que me gusta en este instante de mi vida, porque la acepto, la abrazo y he llegado a quererla.

Amo a las personas con las que comparto mi día a día, me encanta perderme por los rincones de mi ciudad y descubrir lugares nuevos cuando pensaba que los conocía todos. Me repugna el sonido del despertador por las mañanas y la obligación de abandonar la cama y salir a la calle llueva, truene o haga sol. Sí, como tú. Pero cuando lo apago, vuelvo a recordarme lo que he luchado por tener lo que tengo hoy y lo mucho que me queda para llegar a lo que quiero conseguir.

No tengo tiempo de pararme en el síndrome postvacacional porque hay tanto por hacer, tantas cosas nuevas por intentar, tantos retos a los que someterme que no me puedo permitir regodearme en lo que no tengo. Sólo tengo tiempo de ir a por ello!

Si el lugar al que vuelves no es aquel en el que quieres estar, si la alarma del despertador te taladra el alma en cada tono, enhorabuena. Te está avisando de que ha llegado la hora de moverte y dejar de creer que tus raíces te impiden el cambio. Toma todas esas emociones negativas y enfócalas en conseguir lo que deseas.

Vivir no es sólo respirar y acomodarse. Vivir es latir, es vibrar, es amar todo lo que tocas y hacerlo con pasión. Si has perdido eso, has perdido mucho más que el verano.

Vivir escapando no es vida. Algo estamos haciendo muy mal cuando dejamos de vivir en el presente para centrarnos únicamente en el próximo fin de semana, en las próximas vacaciones, en el siguiente viaje.

Permítete ser aquello que quieres, redescubre la vida y dale la oportunidad de volver a enamorarte de ella. Feliz vuelta!

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