Reflexión

Desde que finalicé mis estudios he aceptado diversos empleos, no siempre vinculados a mi formación. Sin embargo, siempre tenía con la duda de si era mejor luchar duro por aquello en lo que deseaba desarrollarme profesionalmente, o quedarme con la cotización y el salario de un puesto que nada tuviera que ver.

Hace unos meses, acudí a unas jornadas sobre orientación laboral (por aquello del networking famoso) y allí me dieron la clave.

No sé si para vosotros, pero para mí postular a ciertos tipos de empleos a la desesperada era rebajar mis expectativas al límite. Sin embargo, en aquellas jornadas una experta en RRHH hizo esta analogía.

Imagina que la búsqueda del empleo soñado es un camino, por el que andamos solos y sin nada. Al final del camino está el puesto laboral que anhelamos, así que empezamos a andar con muchas ganas. Vamos caminando a paso ligero, con la vista fija en el objetivo.

Cuando llevamos unas horas caminando, empezamos a tener hambre y sed. ¿Qué harías? ¿Continuarías tu andadura, sabiendo que si consigues llegar, lo harás sin fuerzas,? O ¿pararías a recoger alimentos y comida, para continuar después con las energías renovadas?

La respuesta parece obvia. Yo pararía, buscaría comida y nutriría mi cuerpo para poder seguir. Bien pues ahora planteate que, en el camino de tu búsqueda, los empleos que aceptas sin desearlos son esas viandas que paras a recoger.

Nada tiene de malo ser contratado en algo que no elegirías en un principio, siempre y cuando no pierdas nunca de vista que, si estás ahí, es para cargarte de energías, dinero y viandas y después continuar la lucha hacia tu objetivo.

En estos años, he trabajado de recepcionista, cuidado niños y puesto cafés. Con ello he podido cubrir mis necesidades básicas y seguir peleando por lo que deseo. Eso sí, cada cosa que he hecho, la he realizado como si fuera el empleo de mis sueños: con ganas y pasión. Eso hace más llevadero el hecho de tener que pararte a recolectar, hacerlo como si no deseases nada más.

En esta vida, todo hay que hacerlo con ganas.  No olvides que la actitud es tu mejor aliada o tu peor enemigo!

Buenos días!

Comentarios