Tú eres tú. Yo soy yo

Ayer vi en beBee un buzz compartido por Alfredo Vela y los comentarios que se escribieron. El buzz trataba sobre lo mal visto que está el éxito en nuestra sociedad y afirmaba que era más tolerable el fracaso que el lograr nuestros objetivos.

No dudo de que Alfredo tenga razón, sin embargo en mi caso me alegro por los logros ajenos. Máxime si esos éxitos son fruto del trabajo duro. Todos conocemos personas que parece que han nacido con una estrella de winner sobre la cabeza, que todo lo que tocan se convierte en oro, los reyes Midas de la vida.

A otros, nos toca pelear y mucho para obtener sólo una parte de lo que aquellos obtuvieron en un instante. A pesar de ello, soy de las personas que piensan que nada se logra sin una dosis elevadísima de sacrificio y que, incluso esos que parece que llegaron y besaron el santo llevan a sus espaldas sacos de "noes" y proyectos fallidos (Aunque no lo reconozcan).

El gran problema de nuestra sociedad no es la envidia (que también), si no la comparación. Ya lo decía ayer en uno de mis comentarios, la comparación es una de las costumbres más dañinas que podemos tener como seres humanos.

Desde que somos pequeños, nuestros padres cuando llevamos a casa una nota mediocre nos preguntan qué tal les ha ido los demás? "Pues Lucía ha sacado un 8" "¿Un 8? Y tú sólo un 6! Eso no puede ser!"

La comparación con el resto no es negativa per se, ya que si nos alienta a mejorar como personas o como profesionales, es un arma de infinito valor. El problema estriba en cuando vivimos anclados en la comparación pero ello no provoca en nosotros la acción directa.

Bajo mi punto de vista, personal y para nada psicológicamente profesional, compararnos con el resto es una afición tremendamente autodestructiva. ¿Por qué? Por el simple hecho de que, habitualmente, no salimos victoriosos de esa contienda, y el hecho de mirar hacia los demás sólo consigue que nos veamos como unos diminutos incapaces de lograr aquello que la otra persona posee. Al compararnos con el resto, menospreciamos lo que somos, lo que sabemos hacer, y nuestras virtudes, en pos de las del otro.

Ten mucho cuidado con las aficiones que permites que tu mente tenga, pues pueden dañar poderosamente tu autoestima. No olvides nunca que tú eres tú y yo soy yo. Seguramente yo seré mil veces mejor que tú en ciertas cosas, pero sin duda tú me superarás las mismas mil en otras áreas.

La esencia de una vida feliz y de una profesionalidad sana, está en sumar y no restar. En cooperar sin competir. En que tus puntos fuertes y los míos se alíen para formar un "algo" mucho mayor, insuperable, inquebrantable.

Si vas a competir, que sea contigo mismo!! Esa es sin duda la única manera eficaz de avanzar.

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