Desempleo: sus caras ocultas



Casi todas las personas pasamos por épocas en las que contamos con un empleo satisfactorio, que nos motiva y nos hace sentirnos realizados.

Así mismo, pocas son aquellas que no han sufrido también los madrugones llenos de tazas de insatisfacción y depresión al tener que acudir al puesto laboral. Y, a día de hoy, lo habitual es que en algún momento tú que me lees hayas estado en desempleo.

Hay muchas consecuencias de esas etapas de inactividad pero son múltiples las silenciadas, las que no se cuentan y sólo se sufren.

La falta de un empleo acarrea por supuesto unas consecuencias claramente económicas. Aunque se cuente con la prestación por desempleo o con cualquier tipo de subsidio, el poder adquisitivo se reduce con las preocupaciones que eso lleva aparejado.

Sin embargo hay otros efectos menos públicos y más nocivos que el nivel de ingresos. Quiero escribir sobre ello, no sólo porque yo he padecido algunos de ellos, si no porque he conocido muchas personas que se sienten solas en esos estados y quiero que sepan que no lo están.

Lo hago desde mi experiencia personal, no soy psicóloga pero creo que, a veces, podemos ayudar a los demás con aquello que hemos vivido.


  • Consecuencias personales


Somos humanos y como tales, por muy alta que sea nuestra autoestima y muy valorados que nos tengamos, hay instantes en los que nos abordan las duda. El desempleo es un momento crítico en nuestras vidas en este sentido.

Al principio piensas que esta nueva situación te dará la oportunidad de encontrar algo mejor, de cambiar de camino, de cumplir tus sueños, de conocer nuevas personas, nuevas empresas y nuevas formas de negocio. Tu autoestima continua intacta y estás preparad@ para luchar por lo que quieres.

Pero el tiempo pasa, las negativas se amontonan y las llamadas son cada día más escasas. En ese momento, cuando llevas ya unos meses de búsqueda incansable de empleo sin resultados, comienzas a dudar de tus capacidades.

Es habitual empezar a pensar que no estamos lo suficientemente formad@s, que no somos lo suficientemente jóvenes, que no tenemos la experiencia necesaria o que simplemente no valemos. La autoestima se tambalea y la imagen que tenemos de nosotr@s mism@s se diluye como un reflejo en el agua agitada.

He conocido a muchas personas no sólo válidas, si no excelentemente capacitadas que se han dejado ganar el pulso que su mente les jugaba. Es excesivamente complicado mantener la perspectiva y la creencia de que si valíamos ayer para el empleo anterior, hoy aún somos una buena baza para cualquier nuevo puesto.

Enfermedades como la depresión e incluso patologías relacionadas con miedos irracionales son el pan de cada día de muchas personas en desempleo. La mente nos engaña, nos hace sentir incapaces y llega el punto que podemos llegar a vernos sobrepasad@s por las actividades más cotidianas.

Para no perdernos en un mar de negatividad el entorno es muy importante, pero también es una pata que frecuentemente no resulta tan estable cuando estamos en esta situación.

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  • Consecuencias sociales


Dice un refrán que una pena compartida es menos pena. Sé que no es del todo cierto, pero encierra mucha verdad.

Si echamos la vista atrás y repasamos las circunstancias más amargas de nuestra vida, descubriremos que contar con un hombro amigo hace que la carga pese menos. No soluciona las cosas, no cambia la realidad, pero poder hablar sobre ello alivia el alma y ayuda a seguir.

Sin embargo, en el desempleo hay un componente muy amplio de soledad autoinfligida. Es muy extraño el caso en el que la persona inactiva se vea relegado social o familiarmente al ostracismo, pero es más que habitual que ella misma elija esa soledad.

Por un lado, la reducción de la capacidad económica hace habitual que se rechacen planes y salidas con amig@s y, por otro lado, la lacra de la bajada de autoestima empeora la situación.

Todas las personas que hemos pasado por etapas de inactividad sabemos que no nos sentimos entendidas, ni apoyadas. Pero la realidad, es que tampoco sabemos cómo entender y apoyar a otros cuando están en nuestra situación. Básicamente se trata de que no podemos ayudarles a salir del desempleo y creemos que es eso lo que debemos hacer. No es así.

Escuchar, animar, invitar a salir aunque hayamos recibido mil negativas es una manera de demostrar nuestra presencia y nuestro apoyo. Es obvio que no podemos cambiar las circunstancias, pero sí paliar las consecuencias.

Por tu parte, si eres la persona que está en desempleo no te cierres. El mundo no se va a acabar aquí, tu vida no se va a acabar aquí. Me da igual la edad que tengas o cuáles sean tus circunstancias porque si no pierdes de vista el objetivo, si no dejas que el falso reflejo del espejo te arrastre, saldrás de ésta! Así que dale una oportunidad a tu familia y a tus amigos de darte la mano en este camino. No te cierres, no te aisles. Todo el peso que se carga entre varios es menos pesado.


  • El juicio


Esta es la parte más delicada y seguramente la más habitual. Existen dos vertientes en este sentido: la interna y la externa.

Por un lado está el juicio interno, el que hace que nos digamos constantemente a nosotr@s mism@s lo que sí y lo que no podemos hacer. Cuanto más tiempo se pasa en desempleo, más habitual es que la lista de noes aumente significativamente.

Si antes creíamos que nuestras dotes comerciales eran maravillosas para un empleo, ahora empezamos a pensar en ellas como algo negativo. En las entrevistas se nos nota el miedo, los nervios, el ansia de agradar, el miedo al No. Todo es culpa del juicio. Deja de juzgarte!

O mejor aún, hazlo! Júzgate y hazlo severamente. Analízate con lupa para ser capaz de encontrar hasta el más pequeño de tus defectos, y cuando lo hayas hecho vuelve a empezar. Ahora juzga todas y cada una de tus fortalezas, juzga todo lo que te hace diferente, lo que te hace especial, lo que te hace único. No existe un juicio justo sin defensa así que dedicale tiempo. ¿Eres capaz de estudiarte detenidamente? ¿Has hecho una lista de tus fortalezas y debilidades? ¿Puedes encontrar el modo de potenciar lo positivo y paliar lo negativo?

Cuando seas capaz de mirar en tu interior sin miedo, sin prejuicios, sin la protección de la imagen que te has creado de tí mism@, estarás preparad@ para mejorarte y, ¿qué mejor momento que éste?

Si el juicio que nos realizamos constantemente de manera interna es negativo para nuestra autoestima, el juicio externo es letal. Cuando parece que conseguimos levantar un poco la cabeza y susurrar un "no me rindo" aparece alguien que aplasta nuestras intenciones y ambiciones.

Puede que sea alguien cercano que nos quiere y no lo hace con ninguna mala intención, pero lo hace. Puede que se trate de un entrevistador, de una negativa en una candidatura o de un vecino preguntando simplemente que si ya hemos encontrado trabajo.

No todo aquello que percibimos como juicio externo lo es. A veces es sólo nuestra sensibilidad la que nos hace ver maldad donde sólo hay preocupación, pero aunque así sea hace mucho daño.

Sabes como yo que no podemos evitar las preguntas, las negativas y los portazos, pero si controlas tu juicio interno, aumentarás tu autoestima y el juicio externo será una anécdota, no un cuchillo clavándose en una herida latente.


  • No estás parado


Por último, pero no menos importante me parece necesario destacar este punto. Las personas que no tienen un trabajo remunerado no siempre están paradas.

Muchas elegimos estudiar idiomas, formarnos en nuevas tecnologías, ir a eventos, participar activamente en debates en RRSS, escribir, caminar, leer, reírnos y disfrutar mientras seguimos buscando empleo.

La palabra parad@ implica una inactividad que no representa a la mayoría de personas que nos encontramos en desempleo. Y si te define a tí, es hora de cambiar.

La inactividad es el camino a la autocompasión, a la idea de que todo te pasa a ti, de que lo que te ocurre escapa a tu control. Es una mentira tras otra que te cuentas y que tu cerebro repite hasta que se convierte en parte de tu día a día. Ya es momento de desaprender eso que te has enseñado a tí mism@.

Cada día hay personas que firman un contrato, que ponen en marcha un negocio, que se pelean para que su idea sea apoyada, que se buscan la vida una y mil veces. Si tu no eres una de esas personas, puede que la responsabilidad sea más tuya que del contexto social.

Y si haces todo lo que está en tu mano, si te esfuerzas, si peleas, si te formas, si te relacionas, si dejas que te ayuden, si vuelves a creer en tí y aún así no funciona, lo hará. Sé que es duro, es difícil mantener la sonrisa incluso lo es mantenerse de pies, pero hazlo.

Sólo empezando por cambiarte a tí lograrás que las circunstancias cambien. No lo olvides:

"En la vida todo llega, todo pasa y todo cambia"



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