Tu marca, tu esencia


Bien entrado Septiembre, la mayoría de nosotros hemos vuelto ya a la rutina. Con el retorno a la normalidad desaparecen las dudas que nos había traído el verano. Y entre todas ellas, esa que nos atormenta continuamente ¿abandonar o mantener la marca personal durante nuestras vacaciones?

Ahora ya no te preocupa, no te preguntas cuál es el mejor modo de gestionarlo porque ya pasó. Ya hiciste o deshiciste lo que considerabas y sigues caminando. Pero llegarán otros veranos, otras navidades, otros momentos en los que volver a elegir una de las dos desviaciones del camino.

No quise hablar de este tema en junio porque yo misma estaba confusa sobre qué hacer con el blog, con las RRSS y con mi presencia online durante mi tiempo de ocio. Pero ahora que he vuelto, que he retomado mi rutina tengo mucho más claro qué hacer y por qué.

Quería parar, necesitaba desconectar, pero no sabía si hacerlo ocasionaría una mella irreparable en mi marca personal. Años de gestión continuada salpicados de pequeños triunfos, y millones de fracasos, me ataban a la idea de que permitirme un parón sería catastrófico. Y aún así lo hice. Me escogí a mí por encima del resto de personas. Porque hay egoísmo y egoísmo, y depende cuál es tremendamente necesario.

En la ruta que he elegido seguir este año, he aprendido una valiosa lección. Ya lo sabía, o al menos lo intuía, pero he llegado a comprobarlo y por eso ahora soy libre. Libre para permitirme parar siempre que lo necesite. Libre para elegir si quiero estar presente, o si prefiero la ausencia más feroz.

He descubierto que la marca personal no se va nunca de vacaciones. Porque mi marca personal soy yo. Toda yo. Toda mi esencia. Mi alma. Mi cuerpo entero. Mi mente. ¿Cómo podría disociarse de mí aquello que me convierte en quién soy?

Una foto de vacaciones, un vídeo de mis vistas desde la toalla ha tenido mucha más repercusión que muchos de mis posts. Esa comida de la que me gustó tanto el emplatado que decidí compartirla, ese atardecer que pedía una foto a gritos, esa compañía que ha convertido un verano cualquiera en uno especial. Todo eso que he optado por compartir ha disparado mis estadísticas en redes.

¿Por qué? Pues porque todo eso también soy yo. Es parte de mi marca personal. ¿Qué producto podría romper todos los rankings de ventas sin llegar a conectar con su público? No existe ninguna persona que viva feliz y sonriente todos los días de su vida. No hay nadie en este mundo que no se tome un descanso, que no se levante desmaquillada, con los pelos de loca y la ojera bailonga bajo el ojo.

Y, te guste o lo odies, eso también eres tú. No quiero seguir observando impávida marcas personales prefabricadas, de plástico y sonrisas fingidas que me cuentan que no paran, que no descansan, que aman tanto lo que hacen que no necesitan tirar su pandero en la arena.

Quiero que me cuenten que están exhaustos del invierno, de la lluvia, de jornadas maratonianas, de la presencia perpetua. Quiero saber que son como yo, que aman lo que hacen pero que a veces también quieren huir, escapar de todo y perderse donde el mundo sólo pueda encontrarles cuando ellos decidan.

Esas son las marcas personales con las que me quedo, porque es a esas personas a las que elijo.

No. La marca personal no se puede disociar de la persona. No se va de vacaciones. No desaparece. No se extingue mientras haya un alma donde habitar.

Por eso hoy sé que me la llevaré donde vaya. Esté presente en Internet o sola en una isla desierta. Porque mi marca no es algo que yo haya creado, es algo que potencio pero que ya habita en mi interior. Es la manera en la que uno las letras para componer algo distinto. Es el modo en el que observo el mundo. Es la forma en la que hago sentir a los demás. Es el reflejo de mí misma que veo en otros cuando me miro con sus ojos. Es la estela que queda tras de mí cuándo me he ido. Es la sombra que proyecta lo que hago, pero también lo que decido obviar.

Aunque yo no esté, ella permanece como las olas que se crean en el agua y que continúan aunque la piedra que las ha generado se haya hundido.

Sabiéndolo puedo decidir parar y dedicarme a mí cada vez que lo necesite. Porque trabajar en la marca personal también implica generar una comunidad afín, que entienda, que apoye y que esté cuando tú no puedes estar.

Tú, como yo, aprenderás que tu marca va cosida a ti. A cada pliegue de tus entrañas más ocultas. A cada parte de tu alma, incluso a aquellas que preferirías olvidar.

Y cuando lo hagas serás libre. Descubrirás lo fácil que es ser fiel a tu esencia, parar cuando lo necesites, volver cuando lo decidas. Y olvidarás la duda sobre qué hacer con ella cuando te vayas de vacaciones porque ya sabrás que no hay nada que decidir.

Si la has gestionado bien tu marca personal sigue adelante, no para de generar sinergias, continúa activa aunque tú hayas parado. Es la inercia del movimiento que le otorgaste en su momento.

Ese día abrirás los ojos y verás por fin que hagas lo que hagas (gracias Eva) tu marca siempre has sido tú.

Comentarios

  1. ¡Muy bonito Cristina! Perder el miedo a soltar algo, en este caso nuestra permanencia en las RRSS y "abandonar" nuestra marca personal. No es fácil, pero en ocasiones tenemos que soltar para aprender algo nuevo. Muchas gracias por compartirlo.

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  2. Yo no lo veo como abandonarla, sino como trabajarla mucho y luego dejarla ser. Gracias por todo!!!

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